lunes, 25 de mayo de 2009

GUATEMALA, NO RETROCEDAS

Escribe: Maly de Bianchi

«Esta es la crisis más compleja, la más difícil, la de más alto nivel, no en la democracia moderna, sino en toda su historia. Alguien podrá pensar que esto es exagerado, porque hubo treinta y seis años de guerra, pero esta crisis, en la que se dan una serie de circunstancias especiales, como que es directamente señalado el presidente de la República, su esposa, su secretario y un banquero, donde hay unos asesinatos de por medio que hay que dilucidar y, sobre todo, donde la juventud y gran parte de la población se ha lanzado a las calles, eso no había ocurrido antes, mezclado todo. Es un hecho atípico porque no conozco ningún precedente, ni siquiera en el mundo occidental», dijo el analista político Pedro Trujillo.

Y Raúl Benoit, periodista de Univisión, aseguró: «Los medios que han ignorad o la noticia [el asesinato de Rosenberg y su denuncia pública] han cometido un error y se han convertido en cómplices […]. No sabemos si es cierta, si es real, las autoridades deben investigarlo, pero nosotros como periodistas teníamos la obligación de emitirla».

Benoit también manifestó que quizá Guatemala esté viviendo un momento muy importante de transformación y que se debe aprovechar esta circunstancia en beneficio del país.
Toda mi vida he sido una intercesora ante Dios y he orado incesantemente para que esta nación nuestra despertara y se transformara en la Guatemala que los verdaderos patriotas queremos legar a las generaciones futuras.

Año tras año he visto desfilar presidentes de todas clases y he contemplado a mi pueblo callar ante la opresión, sometido por el miedo. He sido testigo del saqueo permanente de los magros bolsillos de la gente, he asistido a la creación de un impuesto tras otro y he observado cómo el Congreso de la Nación a probaba aun los inconstitucionales. Y siempre queriendo confiar en que el dinero sería empleado en la construcción de escuelas, de hospitales, de caminos… Pero no, el dinero de los chapines engrosa únicamente las arcas de un presidente más.

Dijo Benoit que el principal problema de América Latina es la corrupción y que mientras ella no desaparezca, él es pesimista con respecto a su destino.
Creo que nadie puede disentir de estas palabras. Pero me niego a ser pesimista. Y hoy menos que nunca, hoy que veo a la gente levantar su voz, salir a la calle, aun a los menos participativos, y persistir en sus reclamos, cada vez con más vigor.

Quince, dieciocho muertos por día, como señala Trujillo, no habían conseguido rasgar el manto de indiferencia que cubría la realidad. Callaban los muertos y callaban los vivos. Pero de pronto, una voz que iba a ser sesgada arrojó al viento sus semillas y germinó corazones.

Ahora el pueblo necesita saber la verd ad, ahora el pueblo exige saber la verdad. No importa cuál sea, pero mientras sea la verdad.

Y la Justicia debe hacerse cargo de su deber de dar satisfacción al derecho inalienable del pueblo. Porque, como dijo el Conde de Chesterfied, político y escritor inglés del siglo xviii, «Si te propones algún día mandar con dignidad, debes servir con diligencia».

Este es el punto de inflexión para Guatemala. Dios nos da la gracia de una oportunidad. De nosotros depende rescatar a nuestro país de la violencia y transformarlo en la patria bendecida por la paz y el trabajo digno y honesto que merecen todos los hombres que sólo desean prosperidad para ver crecer a los guatemaltecos con dignidad.

En este momento de la historia se aúnan tiempo y oportunidad. No podemos, no debemos dejarlos escapar.

Aunque el miedo siga enseñoreado en nuestros corazones, aunque tiemble nuestra voz y los pies vacilen por momentos, es necesario que digamos, como el revolucionario mexicano Emiliano Zapata «Prefiero morir de pie que vivir siempre arrodillado» o como el escultor y grabador español Eduardo Chillida: «Un hombre tiene que tener siempre el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo».

Porque ¿cómo podremos ver el mal que alcanzará a nuestro pueblo? ¿Cómo podremos ver la destrucción de nuestra nación? (Ester 8, 6).

Dios es el que juzga al justo; es un Dios que emite sentencia cada día. Si el impío no se arrepiente, afilará su espada; ha dispuesto su arco y lo ha preparado. También ha alistado para sí armas de muerte y ha hecho incendiarias sus flechas. He aquí que el que gesta maldad, concibe afanes y da a luz mentira. Cava un pozo y lo ahonda; pero en la fosa que hace caerá. Su afán se volverá contra su propia cabeza; y la violencia que ha practicado recaerá sobre su coronilla (Salmo 7, 11-16).

Hoy sigo pidiéndole a Dios por el futuro de nuestra patria. Hoy sigo pidiéndoles a mis herma nos guatemaltecos que sean merecedores de la gracia de Dios.

¡Adelante, Guatemala! ¡Ya no retrocedas, ya no te detengas jamás! ¡Vamos juntos a conquistar la dignidad!
© 2009 Secosice, A. C.
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