
La educación que recibió desde pequeño y que les faltó a otros fue fundamental para marcar su atípico carácter. Porque Kaká no es de esos brasileños que se mete en líos, ni acude a polémicas fiestas, ni le gusta quedar mal con los clubes a los que ha representado. Prefiere el entorno familiar y compartir su tiempo libre con la mujer de su vida, Caroline, con la que se casó el 23 de noviembre de 2005 después de tres años de noviazgo.
Kaká ha sido siempre muy cristiano y lo ha demostrado cada vez que ha podido. De hecho, forma parte de la Iglesia Evangélica. Cuando se proclamó campeón de Europa mostró una camiseta en la que ponía “Pertenezco a Jesús”. También llegó a asegurar que sus convicciones religiosas le hicieron virgen hasta el matrimonio.
Su forma de ser la plasmó siempre sobre el terreno de juego. Pocas veces ha perdido los estribos. Siempre ha sido educado con el rival y con los árbitros. Un futbolista inteligente dentro y fuera del campo. Una persona humilde y fiel a los colores que defiende hasta el último día. El jugador modélico para el Código Ético del Madrid de Florentino.