
Madrid, España.- Lo tiene todo para ser presa fácil de la vanidad. Gana mucho dinero, tiene fama, es guapo, su imagen se asocia a la elegancia y es una de los grandes astros del fútbol mundial. Kaká, nuevo jugador del Real Madrid, sin embargo es considerado un ejemplo de humildad gracias a sus convicciones religiosas.
El brasileño de 27 años, primera estrella del nuevo Real Madrid de Florentino Pérez, es un "crack" mediático pero silencioso.
Kaká buscará en España un impulso a su carrera tras ser Balón de Oro y FIFA World Player de 2007, año en el que ganó con el Milan la Liga de Campeones, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes.
El media punta Kaká destaca no sólo por su talento con el balón en los pies, sino también por su corrección y por sus valores, lo que también es motivo de atracción mediática y publicitaria.
"Vamos a dedicar nuestro esfuerzo en construir un equipo espectacular con grandes jugadores, ejemplares, dentro y fuera del terreno de juego", dijo Pérez el día que fue confirmado como nuevo presidente blanco. Era una definición válida para Kaká.
El brasileño es el "niño bueno" del fútbol mundial. Al contrario de la mayoría de sus compatriotas que se destacaron en las canchas internacionales, Ricardo Izecson dos Santos Leite, mundialmente conocido como Kaká, no fue rescatado de la pobreza por el fútbol, no es adicto de fiestas nocturnas, ni es un "bad boy".
Y ser bueno también vende. Si no, que se lo digan a la marca deportiva adidas y, sobre todo, a la firma de moda Armani. Milán aparecía -al menos hasta ahora- poblada de carteles con la imagen del futbolista y su sonrisa cándida con los famosos diseños italianos.
Desprende un aura de perfección que le hace un héroe algo distante quizás, pero diferente. Las palabras "Dios" y "Jesucristo" pueblan su discurso. Ante millones de espectadores que contemplaron sus éxitos con el Milan lució con orgullo una camiseta con el mensaje "I belong to Jesus" (Pertenezco a Jesús).
"Dios nos da más de aquello que pensamos o queremos", dijo Kaká cuando con su perfecto traje Armani y su pelo peinado con gel recibió el premio a Mejor Jugador del Año de FIFA en 2007.
No por casualidad, al iniciar su carrera en el fútbol profesional en 2001, el muchacho nacido el 22 de abril de 1982 en el seno de una familia de clase media de Brasilia -la ciudad brasileña con nivel de vida más elevado-, recibió de sus colegas el apodo de "El Príncipe".
Pero la vida cómoda desde el aspecto financiero no significa que Kaká no haya atravesado momentos dramáticos. El peor ocurrió en 2000, cuando sufrió un accidente en un parque acuático, se fracturó una vértebra cervical y por algunos días todos temieron que se quedara parapléjico.
Kaká se recuperó plenamente y, desde entonces, cada vez que marca un gol levanta los brazos al cielo en un gesto de agradecimiento.
El año siguiente protagonizó un debut a lo grande en el Sao Paulo con dos goles en dos minutos. Conquistó el título para el "tricolor paulista" y los corazones de la hinchada, de la prensa y - principalmente- de las muchachas adolescentes (las llamadas "kakazetes"), que lo eligieron de inmediato como el más bello astro de las canchas brasileñas.
Pero no se dejó afectar por el acoso de admiradoras: ya entonces estaba enamorado de Caroline Celico, cuyos padres forman parte de la alta sociedad de Sao Paulo. Según el jugador, cuando se casaron en 2005, ambos seguían siendo vírgenes, un reflejo de su rígida formación religiosa. Ahora ya tienen un hijo, Luca, de apenas un año.
"Tener un don no es suficiente, tienes que tener dedicación", asegura el jugador al dar la receta de su éxito.
Participó en la conquista del "pentacampeonato" de Brasil en el Mundial de Corea/Japón 2002 y, el año siguiente, fue fichado por nueve millones de euros (casi 13 millones de dólares hoy en día) por el Milan, que ahora, según la prensa, se embolsó 65 millones de euros.
El Real Madrid es ahora su meta. Sus planes de largo plazo no parecen incluir el fútbol, sino la religión. En una entrevista publicada en la revista masculina estadounidense "GQ", Kaká reveló que, tras abandonar las canchas, sueña con convertirse en un predicador religioso, en un pastor.
"Me gustaría mucho. Es un camino lleno de desafíos. Implica el estudio de la teología, hacer cursos y un profundo estudio de la Biblia", señaló Kaká.
Su fútbol, su sonrisa y su mensaje brillan. Y Pérez se frota las manos por su nuevo hombre "perfecto", el compañero que todo futbolista quiere, la imagen que toda marca anhela, el marido que toda mujer desea, el yerno con el que toda suegra sueña, el "crack" del que ya disfruta el Real Madrid.